domingo, 30 de junio de 2013

XXXIII. Las NUEVAS buenas.

Hoy tengo franco. Pero ya tengo el horario acostumbrado, así que me desperté tempranito. 
Les tengo que confesar algo. En realidad, en la columna anterior les re mentí. No era que no tenía novedades de Marian. TENGO novedades. Y es que está durmiendo acá al lado mío, así que traté de hacer el menor ruido posible para poder escribirles, y explayarme todo lo que antes no pude.

Como saben, vivo en un monoambiente, así que les estoy escribiendo desde el piso del baño, sentada chinito, con la compu en la falda y el mate en el piso. Muy campestre la imagen, por cierto.

Anoche, Mariano me invitó a cenar. Después de una cena muy linda en un restaurant de la zona, decidimos venir a casa a tomar unos mates. Bueno, por más que tenía yerba, una cosa llevó a la otra y bueno, sucedió.

Por eso lo tengo durmiendo en la cama, y yo sentada en el baño. Mientras les escribo a ustedes, me mensajeo con mi hermana a las 9.43am., contándole todos los detalles, como hacemos siempre.

Para hoy, no tengo mucho por hacer, así que en breve le voy a preparar el desayuno a Marian (a veces soy tierna y cursi) y planeo unos buenos mates con Amanda.

¿Saben qué? Extraño mucho la Costanera de Santa Fe. Me parece que cuando vaya a Santa me voy a traer un par de fotos, así no extraño tanto.

XXXII. Todo empieza a dar sus frutos fritos.

Un cielo bastante gris me cobija hoy.

Perdonen la demora en aparecer por aquí, pero estas semanas -¿un mes hace ya?- han sido una locura de horarios. Entre que empecé a trabajar fija en la cocina del salón, que tiene un restaurante incipiente, y los deberes de amiga, digamos que estoy un poco hasta las tapas.

No quería dejar de contarles mi primer semana como una cocinera hecha y derecha aquí en mis nuevos pagos de Haedo.


Mi jefa se llama Mariana. Cumplo horarios como loca. Aprendí a hacer risotto (shh, no sabía). Aprendí a despertarme sola. Y a manejarme por el barrio.

Haedo me estaba despertando y haciendo ser una persona que no conocía. Que ni en mi mejor época de Santa Fe había logrado encontrar.

¿Qué tenía Haedo para mí? ¿Qué era lo mágico de Haedo?

Entre mates y algunos ratos libres, Amanda me comentó que el niño de Mechi participaba en una muestra de guitarra, por lo que ella nos había invitado por si queríamos ir. 

Así que allí fuimos a aplaudir al muchachito. Y a bancarnos a todos los otros que no tenían ni idea de música. Bueno, habló la cocinera, viste.

Después de la muestra, fuimos a comer a lo de Mechi con toda su familia y con Amanda. Nosotras no teníamos ni la más puta idea de lo que estábamos haciendo ahí, pero disfrutamos el rato compartido.

Bueno, sin novedades en el frente con Marianito, deseando fuertemente unos cuantos días de descanso para poder irme a Santa y abrazarla a mi hermana. La necesito so much.

Pero toda cosecha, tiene su plantación. Y toda plantación, tiene sus sacrificios, no? Acá estamos fritos con los frutos.