miércoles, 8 de mayo de 2013

XXXI. Yo te quiero dar...

Hoy entregué unos alfajores que me encargaron los del Salón y volvimos a vernos con Mariano. 

Primero, antes que nada, nos dimos unos besos, como si fuéramos dos adolescentes, OTRA VEZ. Lo bueno es que esta vez fueron adentro del departamento, y ya no sentía la necesidad de ocultar nada. Y después, sí, preparé unos mates y nos sentamos a hablar.

-No es mi intención avergonzarte...- me dijo, mientras abría un paquete de masitas (no me importa lo que digan, para mí son masitas, NO galletitas).
-¿Avergonzarme? ¿Por qué?-
-Porque vi tu cara el otro día cuando te vieron las chicas...-
-No me avergüenzo... Sólo...digamos...que tengo un poquito de pudor...-
-Pero si un beso es lo más lindo del mundo, Car...además era de noche, justo nos vieron tus amigas...pero si no, re da.- me dijo con ojitos de perro mojado.

Lo que Mariano no comprende es que, en la era de la tecnología, todo el mundo comparte con TODO el mundo e indiscriminadamente, lo que pasa en su vida; yo detesto hasta las demostraciones en público. Sí, ya sé. Estoy compartiendo mi vida con ustedes, pero es algo completamente distinto, porque por ejemplo, esto es bastante literario, no muestro más que mis palabras y trato de describir las fotos que no ven, lo más posible, para que sientan que están a mi lado.

Hace un tiempo leí un artículo de una coterránea que se titulaba "Las redes sociales y el peligro de caer en la boludez". Creo que le voy a pasar el link a Mariano, para que me entienda un poquito en esto del pudor...

En fin. Después de unos mates, me propuso que lo acompañara al centro a hacer unos trámites. Y de paso, recorrer un poco, dar la vuelta al perro, vio. Y a terminar de cerrar un par de acuerdos en cuanto a "esto" que teníamos. Y otra vez la Plaza San Martín fue testigo de mis aventuras, cuando bajamos mate en mano.

-Yo no quiero ofrecerte algo que no tengo...- 
-Pero no seas tonto...me estás ofreciendo tu compañía, tu cariño...tus ganas de ayudarme... Eso ya es un montón...-
-Yo te juro que te quiero dar... (momento incómodo, las mujeres me entenderán) algo mejor, pero me estoy separando...y las cosas vienen complicadas...y vos realmente me gustás, pero mas que esto no puedo ofrecer...-
-¿Te parece que es poco?- le dije, tomando su cara entre mis manos y dándole un corto beso.

Es que algunas veces, alguien tiene que ceder...no?

viernes, 3 de mayo de 2013

XXX. Treinta veces Carola.

Antes de comenzar, gracias por quedarse ahí durante treinta veces. 
A los que pidieron más, a los que me leyeron y apoyaron, a los que se engancharon tarde y a los que me dieron más que una mano, treinta veces: GRACIAS.

El reloj no marcaba más las nueve. 
Gracias a Dios, porque tenía aún un millón de cosas por hacer.

Decidí sorprender a Mariano con un entrecot grillé al perejil. No, mentira. Si no le gustaba el perejil...ja! Entonces, vamos de nuevo, decidí hacer bondiola con salsa de peras, que fue el plato por excelencia que me reclaman cada vez que viajo a Santa Fe. Como guarnición, elegí unas berenjenas asadas con salsa de cuatro quesos, que me estaban quedando de maravillas.

Por la mañana fui al chino a comprar lo que necesitaba. Acompañada de Amanda. No me acuerdo si les conté, pero está buscando laburo, porque la "pasaron a disponibilidad". A disponibilidad de hacer lo que se le cante: la rajaron, chicos.

-Debés sentir algo lindo por este chico... porque en lo que te conozco, jamás te vi tan entusiasmada por cocinar...-
-Estoy volviendo...- le contesté, mientras agarraba un canastito para el super.
-¿Volviendo?-
-Sí, cocinar es mi amiga del alma. Yo hago terapia cocinando... Y desde que me mudé, sólo hice cosas poco complejas... Y bueno, cocinar me hace bien. No al pedo es lo que elegí como carrera...-
-Sí, como las tartas de choclo que me hiciste la otra vez...-
-¿Ves? Eso es. Yo cocino como muestra de cariño. Tenés razón. Pero también porque me nace demostrar lo que sé hacer...-
-No me des más vueltas, ¿querés? Mariano es alguien importante y punto.- dijo Amanda, sentenciando.

¿Sería verdad que yo estaba tan entusiasmada en la cocina, sólo porque Mariano era importante? ¿Amanda tenía razón y yo no quería reconocer que me movía el piso? Yo sé lo que les dije ayer, que me movía el piso, pero tampoco para que sienta "algo". Y en ese caso, ¿qué sentía por Mariano?

Después de hacer las compras, Amanda, como está al pedo, pobre, me vino a cebar unos mates, mientras yo trataba de recordar el orden de los ingredientes, poner en marcha la cena y demás. 

-Papel aluminio, ¿tenés?- repasaba en voz alta, ante la mirada atenta de Amanda.
-Si me preguntás a mí, creo que en casa hay uno de cuando vinieron las chicas e hicimos brownies...- me respondió riendo.
-No, tonta, estoy repasando qué es lo que necesito, como para tener todo y ya quedarme tranquila...-
-Bueno, bueno. Ah, escuchá, hoy nos juntamos con Mechi. No te dije antes porque sabía que tenías esta "cita" y te iba a molestar no poder ir...-
-No hay drama Ami, es cuestión de organizarse. Si la "cita" se torna embolante, me tendrán ahí... ¿Es en su casa?-
- Sí, sí. Donde fuimos la otra vez... A las 22. Cualquier cosa me avisás y te venimos a buscar con el auto. No creo que Me tenga problema. - dijo, pasándome un mate. -Me mandás un whatsapp con un SOS y venimos al rescate!- dijo, remedando la voz del astronauta de Toy Story.

A las nueve en punto, tocaron el timbre. Bajé a atender y era Mariano, con una bolsa no muy grande en su mano. Esperó a que subiéramos y me mostró un vino tinto Malbec y dos chocolates.

Estaba todo listo, la mesa preparada. Pero él atinó a empezar a joder las cosas. 
Mientras yo estaba de espaldas, resolviendo el emplatado, él vino y me abrazó desde atrás y  me dijo un par de cosas al oído. Como que estaba todo muy lindo y que gracias por la cena.

No les voy a negar que me encantó el gesto, pero no daba. Era nuestra "primer cita". Qué rapido sos, Marian.

Entre pitos y flautas, todo se tornó muy llevadero. Pero él, que parecía no ser muy caballero, para las diez, ya había juntado los platos. Y diez y media me dijo "Me tengo que ir, tengo que mostrar una casa temprano".

Antes de bajar a despedirlo, le mandé un mensaje a Ami, para que me vinieran a buscar. Yo aún tenía un vino sin empezar y ganas de seguir la noche, vio. Porque me había preparado como si esto fuera para largo, y en una hora y media, finiquitamos el tema.
Bajé a abrirle.

-Muy rico todo, Cari-
-Me alegro que te haya gustado...- dije, casi sonrojada.
-Hay que repetir esto más seguido... Pero la próxima cocino yo...-
-Dale, dale. ¿Y con qué me vas a sorprender?-
-Con esto...- Acto seguido, me encajó (sí, me encajó, porque no lo esperaba NI AHÍ) un beso de tipo Hollywood. Yo no les voy a negar que lo seguí. Muy a gusto, por cierto.

Toda esta situación romántica, novelera y empalagosa, estaba siendo observada por las chicas, que aún dentro del auto de Mechi, aplaudían y miraban como viejas chismosas. Muy idiotas por cierto. Cuando caí en la cuenta, lo separé y seguramente me habré puesto del color de una frutilla.

Marian se dio vuelta rápidamente y vio a las chicas. Se dio cuenta por qué había cortado el beso. Sin más, me dio un beso en la mejilla, así ruidoso y se aproximó a su auto, que estaba estacionado detrás de las chicas. Las saludó y se subió rápidamente y avergonzado. 

Éramos dos adolescentes, les juro.

Subí a buscar el vino y los chocolates que habían quedado y bajé nuevamente para irme con las chicas.

#LadiesNight

Seguramente, iban a querer que les cuente detalles y demás. Yo no estoy tan acostumbrada a hablar de mí, pero si querían detalles, los iban a tener. Amanda ya formaba parte de mi vida, y ahora Mechi, a quien sentía que conocía de toda la vida; así que estaba más que cómoda.

-Boluda te dicen a vos, eh...- dijo Mechi, sirviendo vino para nosotras y cerveza para ella. -Chon-ga-zo!-
-Lo peor, es que yo lo conozco de antes... Y como estaba con otro chonguito, no pude mirarlo con detenimiento...- dijo Amanda, riendo fuerte.
-Bueno, chicas. Si ustedes conocieran los bagartos con lo que estuve, agradecerían que esté con Marian...-
-Ay, Marian, Marian...- dijo Mechi, tirándome un almohadón, adolescentemente.

Las chicas habían comido asado. Habían hecho karaoke y habían despedido a dos chicas más que ya habían dicho basta en una noche de viernes.

jueves, 2 de mayo de 2013

XXIX. Lunes otra vez ♪

La cosa es así. Tanto alabar a Martina (mi computadora), ayer dijo basta. Pero grandiosa idea la de Marian, de prestarme su netbook sin uso (desde la que les escribo ahora), para que pudiera seguir comunicándome con el mundo exterior.

Pasaron muchas cosas esta semana en que me ausenté: conseguí una changuita acá en la otra cuadra de casa, se rompió Martina y volvió Mariano.

Todo se unió cuando agarré la ruta de los últimos días, para ir al super chino. Y ahí, en el super, encontré un papelito pegado al lado de la caja, que decía "Salones del Oeste necesita repostero/a" y bueno, ahí fui -porque decía la dirección, sino ni idea che-. Solita mi alma, sin papeles, nada. A averiguar, por supuesto.

Me explicaron que necesitaban justo justo un repostero para hacer una mesa dulce este fin de semana que pasó. Bueno, no sé si recuerdan ustedes que yo soy cocinera, así que ahí mismo le pedí datos de para cuántas personas era la mesa, que qué pedido habían hecho y esas cosas, como para evaluar dónde me estaba metiendo.

Y me metí de lleno, como te metés en las calles anegadas un día de lluvia. Y enseguida quedé en traerle mi título y mi currículum para que me creyeran que no era cualquier caída del catre. De paso, volver al departamento a buscar mi chaqueta, mi gorro y delantal, porque querían que empiece ese mismo jueves a elaborar todo lo posible, con la otra gente que trabajaba en los salones.

Mi aventura trajo buenos resultados, porque no sólo conseguí ese laburito -pequeño, pero agotador-, sino que les dejé mi celular para que me llamen para otra oportunidad.


Bueno, en lo de Martina, no me voy a detener mucho. Se rompió, me dejó de andar, irónicamente, el teclado; así que, cuando volvía el jueves del laburo, Marian me cruzó en la calle. Ya me siento en Santa Fe con esto de cruzarme a la gente en el barrio...

-¡Carolita!- gritó desde la media cuadra. Y yo rogué que la tierra me tragara en ese preciso momento.
-¡Marian! ¡Qué lindo verte!- mentí asquerosamente. 
La realidad era que me moría de vergüenza, no sabía cómo remontar lo que había pasado la última vez que nos vimos. (Ver: XV. Pasión de Gavilanes, un poroto II)
-Bueno, si no te encuentro por accidente, vos más que para pagar el alquiler, no me ves eh...-

Paremos todo chicos. Mariano me estaba haciendo el famoso reclamo, típico de adolescente en primera cita, de "no me llamaste".

-Bueno, me estuve acomodando... Encima, ahora se me rompió la compu...así que ni mails puedo escribirte...-

Pará Carola. Si no lo llamás, MUCHO MENOS, le vas a mandar un mail. ¿De qué estás hablando mami?

-Yo tengo una netbook en la oficina que no usamos... ¿querés que te la preste mientras arreglás la tuya? Bueno, en realidad, sé que no me la vas a aceptar. Así que mañana llevo un vino y te la llevo...-
-Dejáme que cocine algo rico...de la única manera que aceptaría la gentileza...-
-Dale, dale...-
-¿Sos alérgico a algo? - pregunte riendo. No vaya a ser cosa que el pibe se me muera por un edema de glotis en casa... Con la suerte que yo tenía...
-No no, pero no me gusta el perejil. Eso nomás... Te veo mañana a las 20. Nos vemos Cari...-

Me llamó Cari, como sólo Nico suele hacer... #YMeMovióElPisito