miércoles, 6 de marzo de 2013

IV. Without flowers (Sin flores)


Con el humo del último cigarro y el aromita a café recién hecho, recordé las palabras de Nicolás en mi cabeza…

-Caro, yo te apoyo si esto es lo que vos querés. Pero yo siento que no te estás yendo porque querés crecer ni mejorar, sino porque querés escaparte de algo…Y si es así, no me gusta mucho la idea que te vayas…

Que me apoyaba, eso no se discutía. Pero en el doble sentido.
En el primer sentido de la palabra, no noté su apoyo. Porque quien apoya, no sé si habla en el tono desconfiado con el que habló Nicolás.

Bueno, también es lógico. Ponéle que nosotros estábamos en algo, así que es racional que no le guste la idea de mi viaje. Por eso, me puse a analizar los momentos que habíamos compartido y las charlas en común. Onda para ver si daba llevármelo conmigo, o al menos proponerle irse conmigo. O no.

Recuerdo una vez que fuimos al cine y a cenar. Vimos “Comer, rezar, amar” de Julia Roberts. No sé si la recuerdan ustedes, pero a mí se me grabó bastante. Y obvio que cuando terminó la película, fuimos a cenar y comentamos los distintos puntos de vista.

-La mejor parte para mí fue cuando ella se juega y se va.
-Bueno, Nico, ¿otra perspectiva? Porque básicamente, de eso va la película.
-Sí, que el tiempo para Julia Roberts nunca pasa. Está buenísima.

Hombres. No podés comentar mucho una película, porque siempre van a terminar en lo mismo. Salvo que sea gay, como Toi, con el que sí disfruto el arte del cine. Porque no me comenta acerca de las tetas de las protagonistas, sino del significado del desnudo.

Ahora que lo pienso, yo estoy en la misma situación que la protagonista. Con la diferencia de que no me separé, porque simplemente no hay relación que separar. Pero también estoy emprendiendo un viaje en el que preciso buscarme a mí. Y encontrarme, en lo posible.

Volviendo al tema de Nicolás, recuerdo otra charla. La típica cuando no sabés qué hacer. Habíamos quedado en juntarnos a comer unas pizzas y se cortó la luz. Así que terminamos cenando a la luz de las velas y los celulares. Después de comer, se me ocurrió, además de acostarnos a mirar el techo, un juego.

-¿Sin qué no podrías vivir? Decíme lo primero que se te venga a la cabeza.
-Fuego. ¿Voy yo? (asentí) ¿Qué harías si se está hundiendo un barco y tenés que rescatar a tres personas? (Pícaro)
-Lola, Cande, mi profesor de cocina. (me río) ¿Pensaste que te iba a elegir a vos también?

Definitivamente, no sé cómo me siguió hablando después de ese juego. Y aún peor, no sé cómo volvimos a vernos.
Definitivamente, no le voy a proponer que vaya conmigo. Porque después de todo, no lo quise rescatar del barco.

1 comentario:

  1. jaajjaja que se vaya con barco y todo! jajajajajajj Toi.. un genio!

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